La escritura de las mujeres

Cómo acabar con la escritura de las mujeres de Joanna Russ es un libro revelador que estudia y trabaja sobre el lugar que ocupamos las mujeres en la literatura. Encontraremos aquí una exposición de autoras que han sufrido desde la invisibilización hasta la ningunización de su labor literaria, pero trabajemos de la mano de Joanna más a fondo este asunto. Partamos de la siguiente frase:

Ella no es realmente ella [una artista] y esto no es realmente esto [serio, del género literario correcto, estéticamente acertado, importante, etc.] así que ¿Cómo puede «ella» haber escrito «esto»?

A lo largo de los años, en la literatura, las mujeres han sido censuradas o puestas a un lado. Su quehacer literario ha sido cuestionado, ya que se les considera que no escriben correctamente o que escriben sobre temas menos importantes que los hombres. Se les ha reconocido solo cuando se les ha considerado de “excéntricas ermitañas sin vida sexual” o cuando siendo brillantes han llevado una trágica vida que ha decantando en un nefasto suicidio. Joanna Russ indica que existe una devaluación sobre lo que escriben las mujeres, ya que hablan de su experiencia y en la actualidad se suele creer que la masculinidad es normativa. 

El canon masculino sustenta que existen temas específicos sobre los que hay que trabajar para ser parte del movimiento literario, viéndose el sufrimiento femenino como “menos relevante, menos significativo, menos amenazador que el dolor que experimentan los hombres”. Ante ello, me atrevo a decir que lo que se espera que sea escrito es propuesto por el grupo que se encuentra arriba. Es por la constitución psíquica del cuerpo femenino que tendemos a escribir sobre lo de adentro, experiencias íntimas y profundas. En otras palabras, escribimos distinto y eso no hace que sea menos valioso o importante.

Aquí entra a tallar el rechazo que como seres humanos tenemos a lo que no se parece a nosotros. No se trata de llegar para usurpar o dañar (una falacia de las minorías) sino de contribuir con lo nuevo. Es comprensible que lo nuevo desestabilice, por ello se necesite de mentes flexibles y generosas que puedan acoger y compartir, tal y como ha hecho Russ en este libro. Y quizá ahora “lo que deberías[mos] hacer (continuó) es compartir lo que has aprendido con otras lectoras que puede que no conozcan a esas escritoras, su energía, su talento y su amor por el lenguaje”. Y es que de eso se trata todo, del amor por el lenguaje.

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