Las rutas de Octavio

El Mono Gramático es una invitación a recorrer el camino de Galta. Avanzaremos junto a Octavio por el sendero del lenguaje, frente a nuestros ojos: casas desmoronadas, charcos de agua podrida, luz, árboles y follaje. Y, en el lugar de todo ello, nosotros, ¿pero en realidad sabemos dónde estamos?

Transcurrirá el tiempo, seguiremos andando, el «a dónde nos dirigimos» será una pregunta recurrente. Y mientras seguimos y seguimos, notaremos que nada de lo dicho permanece. Los caminos se desvanecen de la misma manera que desaparecen los pensamientos. ¿Acaso todo no es nada más que producto de una intensa y profunda reflexión?

Atravesar este camino nos lleva a pensar en el instante, en lo vivido (pensado o dicho) que ya no es. El existir se diluye, lo único que permanece es el cambio. Octavio nos revela que: la transformaciones suceden a diario, el cambio es constante. 

Así como sucede la vida, las rutas de Octavio suceden como una experiencia poética y vital. A medida que andamos, la vida se va haciendo, a medida que avanzamos por los senderos de Galta parece que fueramos creando lo que vemos ¿o es que todo ya existe en ausencia de nuestra mirada?

Hacer el camino de igual forma como hacemos las palabras, caminar y tejer parecen ser sinónimos. Así como de letra en letra, de piedra en piedra andamos, y avistamos follaje, presenciamos luz y, de pronto, también nos vemos sumergidos en una extensa oscuridad con sabor muy propio.

En Galta, encontraremos no solo las palabras de Octavio sino también sus respiraciones. Y, sin ser muy conscientes, mientras pensamos sus reflexiones, estaremos ya sobre nuestras propias cavilaciones.

Y es que sobre El Mono Gramático, Octavio parece decir: es el arte del pensar, solo se trata de ir reflexionando. Da la sensación de estar al borde mientras nos aproximamos a lo inalcanzable de las palabras, a lo in-aceptable del lenguaje. ¿Resistiremos?




Comentarios

Entradas populares